¿Qué es la enseñanza principal de la Iglesia Luterana?
La enseñanza principal de nuestra iglesia se basa en los dos “lados” diferentes de la personalidad de Dios. El primer “lado,” es decir, aspecto de Dios, es su justicia divina. Según su justicia divina, Dios:
  • Odia el pecado (Romanos 1:18)
  • Dice que el pecado es la desobediencia a su voluntad expresada en los diez mandamientos (Efesios 5:6)
  • Nos manda que no pequemos (Mateo 5:48)
  • Dice que castigará el pecado con la condenación eterna en el infierno (Romanos 6:23a)
Si eso fuera el único lado de la personalidad divina, tendríamos un problema grave, porque todos hemos pecado un sinnúmero de veces, no solamente con nuestras acciones, sino también en pensamiento y palabra. Si solamente fuera un Dios de justicia, no tendríamos ninguna esperanza porque por causa de nuestros pecados merecemos el castigo eterno en el infierno.

Afortunadamente, Dios no solamente es un Dios de justicia, sino también un Dios de amor. Motivado por su amor inefable, Dios envió a su hijo Jesucristo a este mundo (Juan 3:16).  Jesús, el verdadero Hijo de Dios
  • Nació de la virgin María
  • Se hizo hombre para ser nuestro sustituto
  • Murió en la cruz por los pecados que nosotros hemos cometido
  • Pagó con su muerte por todos los pecados que hemos cometido contra Dios
  • Tres días después de que murió, resucitó de entre los muertos así como las Escrituras predecían.
Su resurrrección no solamente es la prueba más grande de que Jesús es Dios, sino también de que nuestros pecados nos han sido perdonados y que nosotros también tenemos la victoria sobre la muerte (Romanos 4:25).

Dios tendría todo el derecho de cobrarnos por el perdón que Jesús ganó con su muerte en la cruz, pero en su gran amor, nos regala el perdón y la vida eterna gratuitamente. La salvación llega a ser nuestra por medio de la fe, es decir, cuando el Espíritu Santo nos conduce a confesar nuestros pecados y a confiar en Jesús para el perdón (Efesios 2:8-9). Dado que Dios nos regala este perdón, podemos tener la seguridad de que nuestros pecados han sido perdonados y que cuando muramos, Dios mismo nos llevará al cielo para vivir para siempre con él en el gozo perfecto.

Aunque no siempre es popular hoy en día, nosotros predicamos que Dios es justo, el cual castigará el pecado. Pero lo hacemos para que todos veamos nuestros pecados y reconozcamos nuestra necesidad de un Salvador. No obstante, lo que a nosotros nos gusta hacer más que cualquier otra cosa es predicar como Dios nos amó, como él resolvió nuestro problema del pecado al enviar a su Hijo para ser nuestro Salvador y como nos regala la salvación gratuitamente (Romanos 6:23). Nos alegramos de ver cuando los que ahora reconocen que sus pecados han sido completamente perdonados empiezan a cambiar sus vidas, lo que no hacen porque tienen que llevar vidas buenas para ganar el cielo, sino porque quieren agradecer a Dios por la salvación que les regala.